Sincericidios infantiles a los 20

A veces me siento tan fuera de lugar que me enferma. El mundo me incomóda La gente me recuerda cuan poco encajo. Saldría corriendo si tuviera la oportunidad. Me aferraría a las personas que alguna vez amé. Pero estoy sola. Todos cambian. Todos crecen. Todos fueron tragados por la hipocresía y yo no. Podría hacer como que no me importa. Podría nadar en el mar de la ceguera. El problema es que tengo los ojos demasiado abiertos y mi mundito personal es tan caluroso, que la frialdad de esa enorme masa azul me mataría.

En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está
poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol,
pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba
arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…

—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!
Y un poco más tarde añadiste:
—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?
Pero el principito no respondió.